jueves, 8 de septiembre de 2011

La plataforma del lago.

Bueno, bueno, bueno. Estamos a jueves, tercera semana en Tampere. Escuchando Manboy, que mañana tocan en Doris. El martes estuvimos allí. Ese día también hicimos otra cosa: empezar las clases.


En el hall se queda para jalar.


Como el lunes descansamos, el martes empezamos el día con energía. Comenzamos Media in Europe and Russia, con un señor de Helsinki que viene aquí sólo para dar clase. La asignatura gira en torno a lo que dice su título y para aprobar tenemos que hacer un Lecture Diary o un Essay de entre 10-15 páginas sobre el tema que elijamos. El profesor es tan majo que nos deja escribirlo en italiano, francés, inglés, finés, esperanto (WTF?) o español, entre otros idiomas.

Ese mismo día también me estrené en el idioma finés. El suomi es una de las dos lenguas oficiales de Finlandia (la otra es el sueco). Hablado por más de 5 millones de personas, es la lengua materna de más del 90% de la población de este país. Parece difícil, pero el alfabeto se pronuncia (casi) igual que el castellano, y son muy de jotas, erres y demás sonidos muy nuestros, así que no tenemos de qué preocuparnos. Por ahora, ya sé decir kiitos, moi, moi moi, tervetuloa, hyvää, entre otras cosas. (Gracias, hola, adiós, bienvenido, bien). En clase, practicamos con los compañeros -todos internacionales-, repetimos lo que dice la profesora, etcétera. Hoy he tenido que cambiarme de sitio porque en mi estómago se estaba librando la III Guerra Mundial.



Laxante barato.


Recomiendo con toda sinceridad la compra del café GRANAROM (de venta en Lidl) en caso de estreñimiento. Su consumo provoca que te cagues sin cesar durante horas. Soy muy inteligente: ya había probado esta porquería en Madrid cuando estudiaba las noches de mayo-junio con mi querida Sandra (aka Almond Queen) y los dos sufríamos de nauseas, dolor abdominal y cagalera. Sin embargo, lo vi en el supermercado y su precio me hizo comprarlo (además de que no tenían otra marca), así que, esta mañana, cuando me he despertado a las 7.45 para ir a la UTA me he dicho a mí mismo: un café, por favor. Maldito momento. 

He estado todo el día con el estómago en continua batalla, más aún después de comer una especie de cocido-potaje muy extraño pero que estaba riquísimo. A pesar de su agradable sabor, esa salsa blanquecina que lo acompañaba me ha provocado todavía más malestar, así como horripilantes, sobrecogedores e inquietantes sonidos que me han obligado a cambiar de sitio para que la pelirroja que tenía al lado no sufriera un parraque. Sentado entre Chrístopher y Alba Lúa he seguido con la orquesta. Nunca mais GRANAROM.


Mujer muerta por cagalera tras ingerir too much GRANAROM.



Cambiando de tema. El martes, después de empezar las clases, nos fuimos al supermercado a comprar folios que, como todo, no son baratos. Casi 5 euros el paquete, así que nos los repartimos entre Alba, Chrístopher y yo. Critiqué al cajero, un hombre demasiado homosexual, y luego hablaba español perfectamente. La cagué, sí, como hoy. El chiste del día.

Luego fuimos a comprar la bebida de la noche. Cenamos en el Hesburger, el Burger King finés (aquí no tienen, pero sí McDonald's). Se trata de la cadena de comida rápida con mayor cantidad de establecimientos en Finlandia, extendiéndose desde 1992 por todo el país y llegando también a Estonia, Alemania, Siria y Letonia. Las patatas fritas son iguales que las del Burger King. Las hamburguesas, muy ricas.

Allí estuvimos Carmenlú, Chrístopher, Alba y yo. Los cuatro vivimos el patético momento en que un cartel de plástico que mostraba las hamburguesas se cayó encima de una persona que estaba cenando. Una de las trabajadoras lo pegó con celo. Nos meábamos de la risa sin cesar.

Después de cenar, bebimos en City. Allí, en mitad del pasillo. El alcohol nos convirtió en triunfitos y nos dedicamos a hacer duetos, después de jugar a ese juego que siempre me recordará a la fiesta hippie en casa de Mateo (ahora en Israel). Consiste en hacer palmas al ritmo de We will rock you, gestitos y beber. Mi gesto era tú a mí te me relajas. Había un elefante, una frase italiana, etcétera. Estuvimos Albert, Chrístopher, Alba, Pablo, Federiko y un chico de Huesca. Luego vinieron Alba y Lara con Jose, el chico de la asociación de estudiantes que ya lleva 4 años viviendo aquí.

En el Doris había mucha gente esa noche. Una fiesta especial por no sé qué. Música genial. Un rato sólo de country con todos creyéndonos vaqueros del salvaje Oeste. Una mujer finesa recién llegada de Caracas con acento venezolano que nos ha invitado a una fiesta latina. Cánticos en la puerta ante el asombro de los fineses. Lara y Marta sentadas bailando como indias la música indie. Muy fan.


Serena (italiana) y yo antes de salir un día de la semana pasada.


Cuando cerraron el garito, nos vinimos para Lapinkaari con la buena suerte de perdernos y acabar en una plataforma encima del lago. Se trataba de una especie de puente que acababa en mitad de las aguas y que se tambaleaba si te movías. Alba y yo tumbados, mirando las estrellas, con el agua justo debajo, siendo muy felices. Momentos únicos.




En próximas actualizaciones: el día en que le pegaron una hostia a Carmenlú; el momento en que llego a la habitación y hay una silla y un colchón nuevos; la adicción a Facebook de DFF; el sueño de Chrístopher en el que Carmenlú se llamaba Marisa Pipa; etcétera.