miércoles, 31 de agosto de 2011

Aquí donde me ves, soy una combinación de tradición y vanguardia.

Está lloviendo a mares en Tampere. Se nos ha acabado el verano el último día de agosto. Aquí ya es otoño, amigos. Cuando he salido de Lapinkaari caía agüita (joder, acabo de recordar la expresión súper utilizada por las pijas hace 2 años, "agüita de coco", hay que recuperarla), pero al llegar en bus a la esquina del Hesburger, el McDonald's finés, estaba diluviando.


Asco de tiempo en Tampere para los próximos días


Mientras caminábamos hacia la universidad Diego, Leilani (la hawaiana que se ha recorrido medio mundo y vivió en Madrid estudiando en el Colegio Mirasierra), Federiko (el italiano más gracioso de Lapinkaari) y yo, mi cazadora vaquera, que ha pasado de mi madre a mí, ha conseguido absorber todo el agua que caía y ahora habré de esperar hasta que vuelva a España para que se seque.

En la universidad, Diego y yo hemos comido. Pollo con arroz, y una salsa de salchichas muy extraña. La ensalada de siempre. Y de allí al otro edificio para buscar a Pablo. Luego, a comprar un paraguas tres veces más caro que en España en los chinos fineses, que no son chinos pero sí fineses, y cobran a precios de aquí, cómo no.

Luego, de vuelta a la resi, y visitas de Giacomo, Chrístopher y Alba. Chrístopher se quedó dormido en un avión y se le paralizó media cara, ahora toma anabolizantes hasta recuperar sus rasgos habituales. Alba vivía en el distrito número 14 de Valencia, Benimaclet. Antes, hacía la compra con gorritos parisinos y cestas de mimbre, que llenaba de manzanas, peras y otras frutas y verduras. Ahora habrá de acostumbrarse al clima finés y adaptar su bohemeidad a lo diabólico de este país.


Alba y yo enamorados.


KUUBA, SEGUNDA PARTE.

Ayer martes volvimos a Kuuba, ese sitio de las cervezas y sidras a 1 euro. Dicen que ayer fue la última noche con estos precios. Bailamos el petardeo del lugar y vivimos fantásticas aventuras con Carmen Lucía, que está consiguiendo enamorarme cada día más. Ella cocinó toda la tarde para celebrar el cumpleaños de Chrístopher y Alba. 

Antes de ir a Kuuba disfrutamos de la cena que nos había preparado en City. Patatas a lo pobre con huevos fritos, jamón serrano, queso manchego denominación de origen ALBACETE (de venta en el LIDL), tortillas de patatas, ensaladas, pan tostado. Como en casa. Así, sí.


Orgasmo culinario.

La cena tardó una tarde en ser cocinada. Dos minutos en ser comida. Acabamos escuchando a Carmen Lucía cantar con su mantón. Puro amor. Todos a Kuuba. Acabamos como Las Grecas.

 

Marta no da crédito a lo que le cuento.

La foto, obra de Giacomo, muestra a Marta intentando entender qué le digo. No sé si el problema es que hablaba en castellano (Lara y ella son catalanoparlantes) y no se enteraba de la mitad de las cosas o si le estaba contando algo increíblemente extraño. Le preguntaré.

Tras salir de la discoteca, un taxi entre siete: Caroline, Serena, Vincenzo, Lara, Marta, Alba y yo. Llamamos a Giacomo y le dijimos que, por favor, nos preparase pasta para desayunar. Desayunamos pasta pero confundimos orégano con pimienta y nuestro estómago estalló. Vimos vídeos de Carmen la del Tiro y Maria Lapiedra. Serena gritaba horrorizada ante la imagen de la andaluza, exclamando "VOY A VOMITAAAAAR, VOY A VOMITAAAAAR, DIEGOOOO, NOOOOOO".




Nos fuimos a dormir a las 06.00.

*   *   *   *   *

Amo esta canción pero odio a Russian Red. Tengo un sentimiento de amor-odio que no sé a qué me puede llevar. Que alguien haga algo.









lunes, 29 de agosto de 2011

El rayo de hielo asesino.

Es lunes. Son las 22.26. Sigo sentado en esa silla destartalada y mi escritorio está lleno de cosas que cada vez se multiplican más. Un desodorante, el móvil, un diccionario español-inglés, una botella de aceite Borges, un multi-purpose cleaner concentrate, pañuelos de papel, cubiertos de IKEA, un plato, un pen-drive, un martillo, mis llaves, un cuadernillo de Finnish as a foreign language.

He hecho una pausa para matricularme en dos asignaturas de la universidad y hablar por Skype. Son las 23.12. El próxima día 8 de septiembre empezarán mis clases. La semana siguiente, el 14, nos iremos de súper ruta a las afueras de Europa: Riga, Tallin y vuelta vía Helsinki. ¿Qué maravillosas historias nos deparará el recorrido? Sólo tienen que esperar, humildes lectores, unas semanas.

Hoy me he despertado a las 11.00. He ido con Lara y Marta a la uni en bus con nuestra querida bus card. Como no he encontrado foto de la tarjeta, os pongo una de la de Viena. Es igual pero en vez de poner Viena pone Tampere, y en lugar de tener imágenes de uvas, palacios imperiales y gente que hace pizzas o panes, váyase usted a saber, muestra el lago, plantas, y no sé qué más que no me acuerdo. En conclusión, no se parecen en nada.




Hemos comido tres minihamburguesas acompañadas de un mejunje de patatas con una especie de crema, una masa extraña de color blancuzco. Además de la ensalada de cada día con zanahoria radiactiva.


En mi primer discurso no os conté cómo se come en la UTA. La UTA es mi universidad. No hagáis bromas poniéndole una P delante, venga.

Tienes que hacerte el carnet de estudiante, con el que consigues un 50% de descuento en comidas, autobuses y trenes fineses. Así, de 5€ el menú pasa a costar 2’5€, lo que te produce una felicidad mayúscula hasta que te pasas con el número de albóndigas, como me pasó a mí la semana pasada. Sólo son 6 albóndigas (está escrito en finés, para quien lo entienda, QUE NO ES MI CASO), y cogí alguna más. Tuve que pagar 1’5€ más y luego no me las terminé de comer. En fin.

Después de comer, perdonen por divagar (por algo Sandra Manrique me llama Doctor Divago), hemos estado hablando de política, religión y franquismo, entre otras cosas, todas ellas orientadas a la búsqueda de la felicidad, con Alberto. Ese hombre catalano-español-italiano, si es que esa combinación existe, del que hablaré detenidamente en otra ocasión, en una sección que pasará a llamarse PROTAGONISTAS.

Tras el debate, a City, la residencia del centro. Pasando antes por el TOAS, la oficina que lleva los alquileres de habitaciones, con Albert y Chrístopher. Hablando en la habitación de Carmen Lucía, nuestra madre almodovariana y coplera, nos hemos dirigido después hasta el centro comercial. De allí a UFF, una tienda de segunda mano, donde me he comprado este jersey:



Después, a comprar al LIDL. Un rato al lago en bicicleta, con Alba Lúa, Chrístopher y Carmen Lucía (primera en aparecer próximamente en la sección PROTAGONISTAS), y a Lapinkaari para cenar las típicas salchichas que ya he comido cincuenta veces desde mi llegada a Tampere y dos pizzas.

Una salchicha envuelta en bacon y rellena de queso. Puro daño a la salud. Una pizza se ha caído al suelo y hemos comido revuelto de pizza.

En la cena hablábamos de la llegada del frío. De poder coger un vaso de agua, tirarlo al aire y que se congele al instante. Entonces, en mitad de nuestro delirio y placer hibernal, Carmen Lucía ha soltado: “Pero si le cae a alguien encima le puede hacer pupa”. No puede parar de ser madre manchega, ella es así, y por eso la adoramos.

A partir de ahí hemos entrado en una espiral infinita de debate sobre el rayo de hielo y las posibilidades de exterminio poblacional a través del vertido de agua sobre las cabezas de los viandantes.




*   *   *




Si alguien se porta mal a partir de ahora, le tiraremos un vaso de agua encima. 







domingo, 28 de agosto de 2011

Primera semana en Tampere.

Queridos y queridas todos y todas.

Escribo estas líneas al ritmo de I'm a pilot de Fanfarlo en mi séptimo día en Tampere, Finlandia. Como no puedo contar a todo el mundo mis hazañas fuera de España como suelo hacerlo allí (lo que me ha llevado a ser llamado cuentacuentos por Isabel Beldad), pues he decidido abrir este blog en el que contar todo lo que me suceda en este país para saciar mi sed de contar cuentos y contar con un testimonio de mi experiencia aquí que pueda leer más adelante, cuando haya vuelto a España o cuando sea viejo y no pueda hacer lo que hago ahora.

Desde este escritorio cutre, y sentado en una silla llena de roña a la que le faltan trozos (foto a continuación), escribiré mis aventuras y desventuras en Finlandia y países limítrofes.



Llegué el domingo 21 de agosto. Viajé en un avión de Ryanair, Alicante-Tampere, y tuve la gran suerte de compartir asiento con un niño que no hacía caso a las azafatas cuando decían que apagásemos los aparatos electrónicos y se dedicaba a jugar con su PSP a matar gente con una pistola que consiguió perforarme el tímpano durante las cuatro o cinco horas de viaje. Su madre era una rubia diabólica que días más tarde vi en la portada de una revista que venden en el LIDL. No comentaré nada al respecto.

Nada más salir a la calle me sorprendí del calor que hacía, conocí a 4 españoles, fuimos al centro en autobús y allí esperé hasta las 15.00 a que llegara mi tutor, Lassi Patokorpi. Tuve tiempo de comerme una CBO del McDonald's, aquí por casi 8 euros. Vinimos en el autobús número 2 hasta mi residencia, Lapinkaari, y una vez aquí estuvimos hablando un rato. Luego descansé, salí a dar una vuelta, me perdí, fui a comprar leche de soja y me timaron, 2'50€ cada cartón, ¡viva Finlandia!



Aquí arriba, una imagen de Tampere. Por la noche fui a cenar con Javi, un chico de Valladolid, y nos encontramos con dos catalanas, Lara y Marta. A partir de ahí forman parte de todas mis aventuras aquí, empezando por nuestra visita a KUUBA el martes (el sitio de la cerveza y la sidra a 1 euro). 

Pero antes del martes estaba el lunes. Comenzamos la Orientation Week, comimos en la universidad este delicioso plato que podéis ver a continuación por 2'5€, y luego no sé qué hicimos. El martes volvimos a la uni, y por la noche fuimos a KUUBA. Allí conocí a la otra manchega, Carmen, se montó una pelea y a ella le pegaron porque estaba en medio, la gente bailaba como si acabaran de salir de una habitación cerrada en la que les introdujeron nada más nacer, el tabaco costaba 6'20€ y pusieron 10 minutos seguidos de reggeaton. El alcohol, tirado: 1€ cervezones y sidrones, 2€ el lonkero, etcétera. 



KUUBA, ESA NOCHE.


Apartado especial dedicado a lo que me pasó la noche del martes. Ese día me compré una bicicleta de segunda mano por 25 euros de nada, y quedamos para cenar en un mejicano. Yo me fui al centro en bici, y los demás en bus. Total, que hay cuatro Pancho Villa (así se llama el restaurante) en esta ciudad del demonio, así que me quedé esperando en uno que no era. Di vueltas y vueltas. A las dos horas, cuando me volvía a la residencia desesperado (no tenía móvil porque se lo había dejado a Lara y Marta para que me lo llevaran), me las encontré y fuimos muy felices. Cené yo solo en un Subway. Cuando digo solo digo en una mesa sin nadie en un establecimiento vacío, mirando un periódico en finés en el que salía Raúl y sin entender nada.

Al día siguiente pensé en ir a la universidad en bici, pero alguien había forzado mi cadena por donde se mete la llave, así que no pude cogerla porque no se abría. La solución llegó el viernes, compré un martillo y gracias a la ayuda de Augusto, el brasileño de Rio de Janeiro, conseguí por fin volver a pasear con esa bicicleta que no tiene frenos en el manillar. El día que la compré salí a toda velocidad por el centro de Tampere, cuando iba a frenar para no pillar a una señora vi que no tenía frenos, me la tragué y gritó algo en finés. Me quedé en mitad de la carretera y entonces me dijeron que se frena pedaleando hacia atrás. ¡Viva Finlandia!

La visita al lago.


Otro apartado merece también la visita en barco a la isla. Me sentía en Utoya. Es una isla en mitad de un lago, donde hay una sauna finesa y acceso en forma de playas al lago. Me metí en el último escalón de la sauna y a los dos minutos tuve que salir corriendo con el consiguiente ridículo. Luego comprendí que el calor sube, arriba te asas, y en el primer peldaño puedes hasta mantener conversaciones. Así que volví y me quedé en el primero.

Cuando sales, tienes que correr hacia el lago y tirarte al agua. Cambio de temperatura y una sensación de rejuvenecimiento instantáneo.

Fotos:

1.- Marta
y yo en la barca que cogimos del lago y con la que dimos una vuelta remando (no me preguntéis de quién era el barquito).
2.- Lara, Diego y Carmen al fondo. Yo congelándome en primer plano.




El jueves.


Además de ir a la famosa isla, fuimos por la noche a la fiesta de bienvenida de estudiantes internacionales. El mismo petardeo que el martes. Es divertido, pero esa música todos los días no debe ser saludable. Estuve bebiendo en la puerta y hablando de política con un italiano y una chica francesa que tiene los ojos más bonitos del Universo. Luego seguimos bebiendo el italiano, Amerigo, Lara y yo. Entramos y lo dimos todo.

Lo mejor fue salir a las 04:00 de la mañana y correr hacia un autobús que nos iba a llevar a la residencia. Yo dudaba de esta irrealidad, pero subí. Nos dejó en mitad de la nada media hora después, y tuvimos que tomar otro diferente que nos llevó a la estación de autobuses. Allí cogimos un taxi para venir a la residencia entre Federiko, Lara, Marta y yo.

Don't stop 'til you get enough.


El título lleva al videoclip. El viernes estuvimos muriendo un poco, vimos una peli, Ciudad de Dios y dormimos. Y ayer sábado barbacoa en City (la residencia del centro), y por la noche Doris.

Doris es una discoteca indie muy divertida. Una pareja mantenía relaciones sexuales en unas sillas, y otro hombre le comía los pechos a una chica finesa bastante ligera de cascos. Yo me perdí el último esperpento, pero me lo contaron. Yo, súper emocionado cuando pusieron I Follow Rivers. Para los que no sepan de qué hablo:





La noche comenzó bebiendo en City. Fuimos, desde nuestra resi, las catalanas Lara y Marta, los gallegos Pablo y Diego, y yo. Allí se nos unieron Dani, de Madrid, y Carmen, absoluto personaje almodovariano de Valdepeñas, Ciudad Real: LO MÁS.

Carmen hizo una entrada triunfal al patio donde bebíamos, la situación era sumamente tensa porque el martes ella se había enamorado de mi tutor, Lassi. Acabamos cantando coplas.

Al salir de la discoteca, fuimos a comer al McDonald's. Allí conocimos a una chica muy pesada que acabó dándome penita. Se vino con nosotros hasta la residencia pese a que le insistíamos en que se largara a su casa, y decía palabras en español todo el rato, aprendidas viendo series como Los Serrano o Aquí no hay quien viva, que aquí se llaman Serrano Family y Neighbours in Madrid. Decía que llevaba a su madre metida en una mochila. No daba crédito a nada de lo ocurrido.




Una recomendación:


Y toda su música, AQUÍ.


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Espero que me sigan pasando cosas sin sentido para mantener este blog. ¡Nos vemos!