lunes, 5 de septiembre de 2011

Espuma en la boca.

Carmen Lucía, la hija y la madre de España y de Finlandia, está enferma. Tiene una infección en la garganta. Cuando fue, ayer, a visitar al médico, éste le dijo que se fuera a pasear de noche por la calle. "¿Pero cómo me voy a ir yo sola por la noche a dar vueltas por la calle? Pero que se van a pensar que estoy loca". Le recomendó también abrir las ventanas y las puertas, airear su cuarto lleno de gérmenes para dejar de estar enferma y vivir una vida nueva alejada de telarañas en la garganta, de mocos que se agarran y no le dejan respirar, de asfixia, tonos morados de piel, muerte y destrucción.

Ochenta euros en antibióticos y treinta y seis en la consulta. Así es la sanidad, ¡amigos! Y si no queréis gastar lo mismo en España, votad a Rubalcaba. En el McDonald's a las cinco de la mañana, con una Doble Cheese Burger entre manos, Carmen Lucía le soltó a Chrístopher que lo que se estaba comiendo "estaba más seco que el chocho de la Bernarda". Fue el mismo día de nuestra salida a Ruma. No tiene nada que ver con su enfermedad, pero es una muestra más de su personalidad envolvente.


Carmen Lucía, aún sana, con el italiano Federiko en Kuuba.


Hoy hemos visitado a Carmenlú, que todavía estaba convaleciente. Ya se encuentra mucho mejor. Para alegrarle la tarde, he decidido cantar sin cesar a grito pelado con la intención de que unas tías petardas guiris del extrarradio de Europa no dieran crédito a lo escuchado.

Mientras escribo estas líneas, Alba Lúa nos informa a Chrístopher y a mí de su nueva laca de uñas. Más información en la siguiente imagen.


Alba tratando de parecer heterosexual por una vez en su vida.


Alba intenta conseguir una cara divertida sin lograrlo.

El problema de Alba Lúa es que no puede parecer heterosexual, pero no es lesbiana. Sin embargo, la queremos tal y como es. Aunque su vida gire en torno al insulto gratuito a todo el mundo. Ella es this way. Amor.

Ahora la chica se dedica a hacer cuentas para que le paguemos la compra del LIDL. Esta tarde hemos estado en el Stockmann, El Corte Inglés finés, lleno de toda la comida del Universo. Yummy yummy yummy!

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El viernes estuvimos bebiendo en City y acabamos como Las Grecas. Todos juntos bebiendo frente a la puerta del patio, allí estaban Serena, mi novia Caroline, Diego, Pablo, Lara, Marta, Alba, Chrístopher, Dani, Giacomo, Elena, mucha más gente y yo. Nos decidíamos entre Tivoli y Miami, dos de los sitios más cutres de Tampere, y acabamos en el primero porque había fiesta de la espuma.

Hacía muchos años que no vivía esta experiencia. Recuerdo que, de pequeño, llenaban de espuma el recinto ferial de Hellín y yo lo daba todo entre la espuma. Lo que no recordaba era que, después de cubrir todo tu cuerpo sensualmente con la foam ésta se convierte en agua y te congelas, sobre todo si vives en esta ciudad del demonio en mitad de Escandinavia. Diego y yo tratamos de secar los polos en un secador de manos del baño, pero los vaqueros no tenían solución. La única conclusión que pudimos sacar fue que ir al McDonald's lo solucionaría todo.

Allí, Diego se comió dos hamburguesas dobles, con sus patatas y su Coca-Cola. Se las comía aislado, sin observar a nadie, ensimismado, disfrutando cada mordisco. Moría de placer. Mientras, Lara, Marta y yo nos quedábamos anonadados con su éxtasis.

Resumen de la noche en fotos. En las fotos no se observa el momento en que tragué espuma y casi vomito dentro del recinto espumoso, pero sí, amigos: ocurrió. (No llegué a vomitar, he de aclarar).


Diegos al cuadrado luchando.




Riéndome de Alba una vez más.


Antes de perder la dignidad entre la espuma.


Cómo morir ahogado con Mistol.



Bailes to creichis.

Al final de la fiesta, hicieron una especie de concurso en plan Mr. Boxer y Mrs. Bragas en finés, no entendí nada. Sólo observé cómo las tías tocaban sus pechos turgentes llenos de espuma excitando sobremanera a los salidos que tenían a su alrededor. Asco.

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El sábado nos despertamos en City (dos días durmiendo fuera de casa), comimos comida congelada (Chrístopher una especie de pastel de macarrones típico finés y, por ende, repulsivo; Alba unos spaghetti y yo lasaña.) También nos acompañó la entonces enferma Carmenlú que comió también spaghetti.

Por la noche, plan tranquilo. Vimos Once. La película más aburrida de la historia del cine.



Recomiendo su visionado en caso de insomnio o si no tenéis claro cómo hacer una película sin trama y guión. Fascinante.

Al día siguiente, comimos pasta en Lapinkaari, nos recorrimos el Youtube de arriba abajo y nos fuimos a la sauna. Cuesta 5 euros, pero nos colamos. Sauna-lago, lago-sauna. Es increíble la sensación, los músculos agarrotados, la piel más suave que nunca, la intensa sensación de quemazón a 120º pasando luego a los 16º del lago. Hay que vivirlo.

Por la noche intentamos ver Magnolia. Esa película sí que es genial, pero me quedé dormido y Lara me golpeó para despertarme. Sin embargo, decidimos quitarla y verla otro día.

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Aunque esté en Finlandia sigo acordándome de todos. Me pongo cursi, pero es así. 

Hoy, con todos ustedes, las dos Martas del meu coração.


Marta.


Kukur.